En la iglesia celta primitiva se llamaba anam cara a un maestro, compañero o guía espiritual. Al principio era un confesor, a quien uno revelaba lo más íntimo y oculto de su vida. Al anam cara se le pedía revelar el yo interior, la mente y el corazón. Esta amistad era un acto de reconocimiento y arraigo. Cuando tenía un anam cara, esa amistad trascendía las convenciones, la moral y las categorías. Uno estaba unido de manera antigua y eterna con algo espiritual. Esta concepción celta no imponía al alma limitaciones de espacio tiempo. El alma no conoce jaulas. Es una luz divina que penetra en ti y en otro. Este nexo despertaba y fomentaba una camadería profunda y especial. En la vida todos tienen necesidad de un anam cara, un "amigo espiritual". En este amor eres comprendido tal como eres, sin máscaras ni pretensiones. El amor permite que nazca la comprensión, y ésta es un tesoro invalorable. Allí donde te comprenden está tu casa. Sentirte comprendido es sentirte libre para proyectar tu SER sobre la confianza y protección del alma del otro...
GRACIAS GUILLE!
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